AUTORA
Lic. Olga Valderrama
Psicólogo clínico / Psicoterapeuta / Terapia de Pareja
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¡Las emociones son alarmas!
Muchos ven a las emociones como un estorbo, «algo» que dificulta innecesariamente la vida. Para mi son alarmas necesarias que te facilitan el proceso de madurez. Claro, el hecho que lo faciliten, no quiere decir que no sea doloroso.
Primera aclaratoria: la madurez no implica ser adultos, eso solo se logra con tener más de 18 años (en la mayoría de los países). Madurez implica un crecimiento cognitivo y emocional. Esa segunda parte la obviamos con frecuencia.
Segunda aclaratoria: Ambos aspectos de la madurez se logran con trabajo. Con frecuencia observo que las personas asumen que con la edad viene de manera mágica los hábitos, aprendizajes cognitivos y emocionales. No es así!. Puedes tener 30 años, ser funcional y tener la madurez emocional de un adolescente de 12 años, debido a que nunca trabajaste en conocer y escuchar tus emociones. Ocurre con más frecuencia de lo que se imaginan.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son reacciones fisiológicas del cuerpo ante uno o varios estímulos del ambiente. Es decir, siempre generarán alguna sensación corporal como consecuencia de las hormonas secretadas. Todo en función al mensaje que conlleve. Ej. náuseas, dolor de estómago, sudoración, palpitaciones, dilatación de las pupilas, enrojecimiento, se calientan las orejas, dolor de cabeza, etc.
Son alarmas porque te informan lo que necesitas en cada momento, lo que te genera incomodidad, lo que te hace daño.
Su finalidad es la de la adaptación al entorno. Nos indican cómo reaccionar ante cada situación que sucede a nuestro alrededor, brindando una reacción espontánea y rápida. El problema es que no siempre es la más adecuada o adaptativa.
Lo explicaré con un ejemplo. Una pareja (A y B) está en el salón de su casa y «A» no suelte el teléfono celular. Asumamos que la emoción que siente «B» es inseguridad y que su reacción instintiva es levantarse y gritarle a «A», y si no escucha tomar el teléfono y batirlo contra el suelo.
Esta reacción conductual fue agresiva y poco adecuada. Generando aún más angustia. Pero eso no invalida la inseguridad de «B», ese es el mensaje que vino a traerle la emoción, que algo está ocurriendo que no le permite sentirse confiada, relajada y segura.
No confundas emoción con acción. Son dos palabras diferentes. ¿Por qué culpas a la emoción de tus acciones? Ellas son intensas y traen un mensaje, tú permites que actúen en tu nombre.
¿Qué hacer con las emociones?
Siguiendo el ejemplo, el trabajo ahí está en NO reaccionar de manera impulsiva ante la emoción, pero sin desecharla o anularla.
Lo ideal sería retirarse del espacio compartido, y seguir algunos pasos:
CONCLUSIÓN
Nadie te conoce mejor que tus emociones. Al ser instintivas saben perfectamente lo que necesitas y lo que te hace daño.
Pero no debes reaccionar de manera impulsiva. En ese caso son ellas (las emociones) las que tiene el control conductual y no tú. No las culpes porque tú permitiste que ellas decidieran por ti cuál es la mejor acción.
Sé que es cuestión de segundos, pero si nos acostumbramos a no actuar impulsivamente nunca y a cuestionarnos, se puede evitar.
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© 2022 Olga Valderrama.